(1775 - 1817). Fue en el siglo XIX cuando aparecieron las primeras mujeres novelistas de talla relevante como resultado del clima social que imperaba en la Inglaterra del momento.
A través de la literatura, las mujeres encontraron el vehículo para ser escuchadas. Jane Austen, acompañada de otras grandes exponentes como Charlotte y Emily Brontë, G. Elliot y E. Gaskell, escribieron acerca de sus agravios y represiones.
Aunque dichas escritoras procedían de ambientes muy dispares, sus escritos comparten una misma finalidad: poner de relieve la posición de la mujer en su siglo. Jane Austen fue una novelista antirromántica y moralista. Esto la convirtió en la precursora del realismo literario.
Tuvo una infancia feliz y disfrutó de una vida familiar segura y estable. Quizás fue esa estabilidad la que propició la facilidad en la novelista para juzgar y analizar la sociedad inglesa. Pretenciosa en intenciones, a lo largo de sus seis obras se centró en relatar las vicisitudes de la vida cotidiana: Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio, El parque de Mansfield, Emma, La abadía de Northanger y Persuasión. A través de sus personajes, la escritora ofrecía pinceladas de su particular modo de sentir y entender la vida.
Su gran capacidad descriptiva y la sutilidad narrativa le propiciaron un destacado lugar en la literatura femenina del siglo XIX. Sus novelas están llenas de interesantes y complejos diálogos, a través de los cuales se vislumbran sus propios pensamientos y anhelos, su ingenio y agudeza