Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de Julio de 1907 en Coyoacán (México), en el seno de una familia judía de origen húngaro.
Fue la tercera hija del matrimonio constituido por Matilde Calderón y el fotógrafo Guillermo Kahlo.
Su vida estuvo marcada por una salud quebradiza, cuyas secuelas aparecieron muy pronto y se convertirían en un sempiterno lastre. A los seis años enfermó de poliomielitis, lo que provocó una deformación en su pierna derecha que intentó ocultar bajo amplios pantalones y largas faldas de estilo popular mexicano.
En 1922 ingresó en la prestigiosa y progresista Escuela Nacional Preparatoria, donde formó parte de un grupo apodado “los cachuchos”, definidos por su afición a la literatura y sus ideas de izquierdas. En 1925 Frida y su amigo Alejandro Gómez sufrieron un accidente cuando el autobús en el que viajaban chocó con un tranvía. Frida quedó inmovilizada durante meses debido a la rotura de varias vértebras y, además, quedo imposibilitada para tener hijos, algo que tardaría mucho tiempo en asimilar. Fue entonces cuando desarrolló su gusto por la pintura y comenzó a desplegar su talento.
Su primera obra fue el retrato de una amiga, pero poco después comenzó a pintarse a sí misma. Ella decía que se autorretrataba incansablemente porque era el motivo que mejor conocía.
Su estilo artístico es una fusión del arte popular mexicano y los retablos piadosos de corte religioso.
En 1929 contrajo matrimonio con el prestigioso muralista Diego Rivera. En 1932 sufrió la pérdida de su madre. En esta misma época comenzaron sus viajes a Estados Unidos, sus depresiones y su debilidad por el alcohol. Cuando el matrimonio Kahlo regresó de Estados Unidos, Diego inicia una aventura amorosa con su cuñada Cristina Kahlo.
Frida abandonó el hogar y se marchó a Nueva York, pero no pudo estar mucho tiempo separada de su esposo, por lo que regresó a su lado. A pesar de las vicisitudes, la diferencia de edad, la distancia geográfica, las amistades peligrosas y las múltiples infidelidades por ambas partes, ella le adoró toda su vida. Su matrimonio adquirió tintes tempestuosos cuando Frida comenzó mantener diversas relaciones sentimentales, tanto lésbicas como heterosexuales. Una de las más sonadas fue la que mantuvo con el líder revolucionario ruso Leon Trotsky en 1937. Un año más tarde, inició un idilio con el escritor surrealista André Bretón.
En 1938 montó su primera exposición en la Julian Levi Gallery de Nueva York. Por motivos oscuros el matrimonio Kahlo decidió divorciarse en 1940. Un año más tarde volverían a contraer nupcias. A partir de 1944 la salud de Frida comenzó a empeorar, iniciándose una cadena de dolorosas operaciones en su espina dorsal y su malograda pierna. Sus terribles dolores físicos fueron fieles compañeros de sus sufrimientos psicológicos. En una huida desesperada de su tormento se refugió en las drogas y la bebida. Esto mermó aún más su cuerpo y entorpeció su arte. Más tarde, la gangrena le hizo perder una pierna, aunque el uso de una prótesis palió en cierta medida la pérdida. El 13 de julio de 1954, cuando apenas había cumplido cuarenta y siete años, murió afectada por una bronconeumonía.
La intensidad de sus sentimientos nos dejó como legado una pintura casi onírica con toques de brutal surrealismo. Su frágil cuerpo nunca pudo vencer su alma bohemia y su impetuoso espíritu. Esto la ha convertido en una de las pintoras más inolvidables de la historia mexicana.